Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte

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Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
ALBARRAN BOURDAIS_CLAUDIA COMTE_EXPO II_08_NOVIEMBRE_2022_G1A5020-Pano HDR-Editar,
Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

Claudia Comte, Through Dry Ocean Forests, 2022,
Through Dry Ocean Forests, Claudia Comte, 03.11 - 10.12.2022  

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

   

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

- Gabe Beckhurst Feijoo

03.11 – 10.12.2022

 

Pasear atentamente por un bosque, incluso en una zona dañada, significa quedar atrapado por la abundancia de la vida: antigua y moderna; bajo los pies y alcanzando la luz. ¿Pero cómo se explica la vida en el bosque? Podríamos empezar buscando dramatismo y aventura más allá de la actividad humana. Sin embargo, no estamos acostumbrados a leer historias sin héroes humanos. 

 

Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo: Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas

 

 

Through Dry Ocean Forests es una exposición única de obras escultóricas de Claudia Comte concebida como un nuevo capítulo sobre la resiliencia terrenal como consecuencia de la perturbación antrópica. En cada una de las tres plantas de la galería, Comte está presente en un material específico: madera, mármol y arcilla. Cada material conecta con un ecosistema más amplio en el que se enfrentan las nociones de destrucción y rejuvenecimiento. La exposición explora la lógica del potencial transformador de la naturaleza y su opción conjunta, a través de estas dos fuerzas equívocas que han hecho emblemáticas a nivel conceptual y material las vías para la transformación terrenal para los milenios. 

 

Inspiradas por un interés duradero en la historia y la memoria de las formas orgánicas, las esculturas de Comte incorporan las morfologías energéticas de los cactus, las hojas y el coral. Cada pieza se ha realizado mediante una combinación de procesos manuales y mecanizados, desde el escaneo en 3D y la impresión, el moldeo y el esmaltado, hasta el tallado a mano. Para los cactus, Comte eligió madera procedente de una única secuoya suiza. Para el coral — la forma de vida más amenazada en esta colección— la artista ha escogido un material relativamente abundante: la arcilla cocida y esmaltada. Las hojas cobraron vida como esculturas de madera que luego Comte escaneó, imprimió y talló en mármol Bardiglio veteado de Carrara, el material más duro y exclusivo de los tres. 

 

El uso que hace Comte de la madera procedente de fuentes locales refleja su constante conexión con el paisaje campestre de su niñez y su hogar actual, pues representan ambientes en los que la artista y el bosque han crecido uno al lado del otro. Comte utiliza una motosierra para empezar a crear estas formas escultóricas, un método que le permite imprimir la fuerza del esfuerzo corporal en la madera a través de una serie de cortes desiguales. La imprecisión creada mediante este método es importante para la artista y aproxima el proceso de tallado al del dibujo. A pesar de su apariencia lisa y lubricada, las formas conservan características de sus cortes originales tallados de forma irregular. El resultado evoca un paisaje vago de dibujos animados y cómics: dos influencias constantes en la obra de la artista. Este gesto traslada el gag episódico de resiliencia disparatada, sinónimo de personajes como Wile E. Coyote y el correcaminos, al mismísimo paisaje. Más que una patética falacia, parece que Comte se está preguntando si extendiendo este virtuosismo a la percepción de todos los invertebrados y vida vegetal alteraría un vínculo paternalista primordial con el mundo natural.

 

Comte ha planteado los tres niveles de la galería Albarrán Bourdais como capas geológicas, revistiendo cada planta con una gruesa alfombra de material roto, gastado o destruido que se correlaciona con un estado destructivo del que se erigen las esculturas. Al entrar en el espacio de la planta baja, los visitantes pueden pasear entre las hojas gigantescas de mármol azulado, pero tendrán que andar sobre una gravilla de mármol triturado. En la planta inferior de la galería se desprende un aroma a madera quemada. Al descender allí, se encontrarán los cactus que siguen de pie en referencia a la secuoya sobre un suelo de madera calcinada. En la planta superior, los corales de cerámica permanecen sobre un suelo de escisiones de terracota, su color caoba contrasta con el verde intenso nocturno de las esculturas. 

 

En este sentido, no hay ningún suelo en la exposición que no involucre al espectador, tanto física como sensorialmente, en la experiencia de pasear por el bosque. Ya sea un bosque real o metafórico, el bosque es un espacio de confrontación con la vida madura, la vida resiliente y las realidades de la crisis climática y la destrucción forzosa, sus protectores y sus defensores. «¿Puedo mostrar un paisaje que sea el protagonista de una aventura en la que los humanos son solo una clase de participante?» se pregunta Tsing, buscando historias nuevas y alternativas de lo mundano y ecológico que «se extiendan a lo que sea posible». Comte también busca alcanzar estas aspiraciones: sus esculturas monumentalizan la persistente resistencia de la naturaleza, en lugar de suscitar nostalgia por la pérdida de los hábitats o de las especies. Aquí, la artista alcanza una comprensión de la resiliencia de la naturaleza ante la destrucción en el fin del mundo, que es más amplia que sus palabras humanas.   

 

– Gabe Beckhurst Feijoo