Felice Varini
28.11.2019 – 15.02.2020
Felice Varini (Locarno, Suiza, 1952) utiliza como campo de acción el espacio arquitectónico y todo lo que compone dicho espacio. La arquitectura es y sigue siendo el medio original de su obra, trabajando «in situ», adaptándose a ella y creando una obra que tiene en cuenta todo sus elementos : materiales, historia, función y entorno. A partir de esa información, fija un punto de vista específico en el espacio desde el cual su intervención toma forma. Este punto de vista está situado a la altura de los ojos y preferiblemente a lo largo de una ruta inevitable desde la cual nos invita a parar y mirar.
Su pintura aparece ante nosotros al recorrer ese camino y encontrar el lugar preciso al que Varini nos quiere llevar. Si nos movemos, la obra cambia, nunca es la misma, formándose casi infinitas perspectivas y figuras. La realidad nunca se ve alterada, borrada o modificada, esa parte de su obra le interesa y le seduce en toda su complejidad.
En su práctica podemos diferenciar dos fenómenos opuestos. Por una parte, las proyecciones sobre la superficie que se aplican al espacio y que más tarde se pintan con esa misma forma, y por otro lado, el papel del observador que experimenta esas formas espacialmente. Lo que vemos es una pintura que emerge libremente del espacio, como un caleidoscopio inteligible de fragmentos que juega con nuestra percepción, que se muestra en un principio como un tejido ordenado de líneas y que al siguiente momento se desintegra en fragmentos.
Por primera vez en Madrid, Felice nos presenta una exposición en la que podemos ver la « reactualización », como él mismo dice, de algunas de sus obras más representativas.
En este caso, toma como referencia objetos útiles y cotidianos como un sombrero, un espejo o un piano y partir de ellos crea la forma de su obra, desarrollándola libremente en torno a ellos. En cada una de las piezas se genera una dinámica distinta entre el observador y el objeto, creándose nuevas perspectivas y formas de poder apreciarla.