Gloria Friedmann
Gloria Friedmann dejó Alemania por Francia en 1977. Autodidacta y principalmente escultora, esta prolija artista desarrolló una energía experimental en actividades tan distintas como la pintura, la instalación, la fotografía, la performance y el vídeo. El aspecto deliberadamente polifacético y el espíritu mordaz de su planteamiento combinan seriedad e inutilidad, en un lenguaje que ha cultivado de manera a la vez erudita y cómica. Abalanzándose sobre un género histórico -el paisaje- abandonado por la escultura contemporánea, se dio a conocer a principios de la década de 1980 a través de sus instalaciones y performances cuyo tema era la naturaleza, de la que se consideraba «parte». Sin embargo, se centraba en la naturaleza «no humana», la que existe «fuera» de ella, según sus propias palabras, y en particular en los actos de violencia que sufría. Obras como Vagues Normandie (1983), realizada con parabrisas rotos, y Paysage d’hiver (1986) son fruto a la vez de una poetización del léxico del arte minimalista y de una cierta cultura de los materiales propia del Arte Povera. Formas crudas y poco convencionales de la materia representan su mensaje, transmitiéndolo en una presentación llena de imágenes, cuyos «escenarios existenciales» encienden fuerzas antagonistas, sin compromiso alguno. Al asociar ironía, parodia e incongruencia, Friedmann desarrolla la lógica de una metáfora naturalista, exponiendo piezas de una naturaleza verdadera, cuyos fragmentos desplaza utilizando el procedimiento del readymade, para reinstalar mejor la idea del caos en lugar de la de una armonía proverbial.